Forest National- Bruselas 03.04.2001
¡ Qué
Fiesta !
¡Bueno,
comenzamos con una hora de retraso !
(Es normal, se hace desear)
Abrimos
con "Je tai donné mon coeur" Te dí
mi
corazon
(¿Uno se pregunta a quién?)
Después del saludo tradicional y de su "blabla"
legendario, las cosas serias comienzan.

Lamour
du Danube El amor del Danubio, un vals magnífico y suave.

Ramona, un hit de los años 20
(A mi no me consta. ¡Yo no lo viví y, contrariamente a lo que
él dijo,
dudo que la mayor parte del público haya estado allí ! )

Hava Naguila alegre, animada,
reflejando muy bien su introducción:
Seamos felices todos juntos
(En
todo caso, lo seremos por dos horas. Pero, ¿y después?)

Tea for Two Té para
dos. No, su reloj no se ha descompuesto, ¡el Big Ben suena a la hora del té!
(Pues yo, ¡yo les ofrezco el café a
cualquier hora del día y de la noche!)

Olé
Guapa, un magnífico tango que quiso tocar para las chicas
bellas de Bruselas, ¡pero no tuvo suerte!
Practicamente no había en el auditorio.
(Bien hubiera podido tocar para todas las chicas guapa de
Bélgica, ¿ a poco no?

Princesse Csandas, el folklor cíngaro en todo su esplendor, su alegría, su calor, ¡magnífico!

Bueno, hasta aquí los neófitos podrían sentirse
en un concierto normal, alegre y simpático, interpretado por músicos
talentuosos, dirigidos por un buen director de orquesta. Lo normal simplemente, pero nada
más.
Y eso sin contar las payasadas de los chicos de los instrumentos de cobre.
Pues sí, ¡siempre son ellos los que comienzan!
Los patinadores de Walteufel (un
nombre que le da risa a todo el mundo, aunque no sepa por qué)
Aquí, los chicos de los instrumentos de cobre se levantan y hacen la mímica de estar patinando, ¡claro,
hace frío y uno entra en calor como puede! ¡Un poquito
de vodka no esta de más!
La botella pasa de mano en mano a espaldas del Maestro que no ve nada
(¿!)
 
Son geniales estos cobres.
Pero al final fueron aplacados, ¡el Maestro lo ve todo!

Sherezada
y los siete tártaros",
(nunca lo he escuchado pronunciar "los steaks
tártaros" pero algún dia lo hara)
No se confunda con la suite sinfónica de Remski-Korsakow, se trata de
"Salomé" y de "La Danza del Sabre" juntas.
Comienza suavemente y se
termina con un ritmo endiablado: ¡soberbio!

(Nunca sabremos cómo llegaron los
Tártaros a atrapar a Sherezada)
Danubio
Azul, ¿qué decir de más? ya se ha dicho todo acerca de este vals...
(¡Nomás que en el Forest
National, francamente no hay lugar para bailar!
Nuestro Maestro, al no tener sus lentes, invitó de todas maneras a todo el público a
valsear,
solo tres afortunadas parejas apenas y tuvieron espacio, ¡qué lástima!)


INTERMEDIO
¡Uf ! Por
fin podemos estirar las piernas. Es díficil quedarse sentado con tal música.

Ahora le tocó al
público estar retrasado (un cuarto de hora no es suficiente, ¡sobre todo
cuando hay tanta gente y se tiene sed !)
Comienza su presentación preguntado si todos bebimos champaña.
¡Qué va! Tuvimos que batallar por una mugre coca !
Los retrasados le irritan un poco, pero trata de bromear como es costumbre
(arriesgándose con chistes acerca del abilingüismo de los baños -¡?-
Dudosos e inútiles).

Todo el mundo ocupa finalmente su
lugar y puede continuar su introducción del siguiente fragmento
Strauss a caballo,
escuchando un CD y teniendo que cambiar la llanta de su monta...
fue inspirado por el sonido de la forja, dio lugar a:
Fewerfest,
traen un yunque al escenario, nos encontramos con que hay un herrero belga en la orquesta,
y dan inicio a la melodía. ¡Nones! ¡Primero que nada el músico-herrero quiere afinar su instrumento!
Después de haberlo limado y limpiado para así encontrar su
nota la,
está bien. Ahora es el maestro quien no está de acuerdo, si bien es
cierto que la facha del músico-herrero, en frac, francamente no
le va al personaje.
A causa de esto, presenciamos un strip-tease fuera de lo común,
y nuestro contrabajista-herrero se
encuentra en ropa de trabajo.


(¡Uy! ¡qué
espaldota! Preferiría no ganarme una cachetada pues si no,
después de tres días todavia estaría dando vueltas)
La fiesta del
fuego por fin puede comenzar. No nos hemos escapado de las payasadas de nuestro
herrero. Unos cruzados con el pobre Marc, quien estuvo cerca de haber visto su Corno
reducido en puré y terminó la gresca en el regazo de una
espectadora.
¡Un completo circo! Y todo esto mientras que la orquesta continuaba tocando con una flema
muy británica: imperturbable.
Estuvo padrísimo y de pilon la música
estuvo genial.

(Ya era una de mis composiciones preferidas,
pero ahora cada vez que la escucho,
veo nuevamente esta escenificación realmente divertida)
Funiculi Funicula, como siempre sirve de fondo musical para la
presentación de la orquesta.
Como siempre, la poca inteligencia es reservada a los teclados.

Como siempre, el clarinete que se entusiasma

Como siempre, las intervenciones
repentinas de los cobres

y como siempre, ¡ninguna reacción del
público en cuanto comienzan a cantar el himno nacional!
El tema de Lara, Poliusko Polie, Stenka
Rasin y Kalinka, el Trío San Petersburgo y su folklor
ruso como siempre genial y con esa finta tan tímida como si fuese su primer concierto.
Atrás, el coro de las 14 Vírgenes de Maastritcht (¡quienes
por cierto son 15!) se han unido a la orquesta
y el todo forma un conjunto que pierde la chaveta.

El
bolero de Ravel, un momento mágico, maravilloso, grandioso, no hay suficientes
superlativos para
calificar la interpretación de esta obra.
Es una dicha, una delicia para el oído y la vista. Díficl de salir indemne, una
maravilla.
Quien no ha visto el concierto no puede comprender.

La Marcha de Radetzky nos lleva a la despreocupación, (a la alegría y después del Boleroà, no es
evidente,
pero uno se deja llevar por el ritmo y que comience otra tanda.
Desafortunadamente nadie se deja engañar, esta marcha es
tristemente célebre por haber marcado
el fin de varios conciertos vieneses y uno siente que la separación se aproxima.
Intentamos atrapar los globos que profusamente nos caen del techo,
y las manos se nos ponen rojas en serio de tanto estarse pegando uno al otro

Se va, deja el escenario, pero uno lo
conoce... volverá. No nos puede dejar así, ¡queremos más y
más!

¡Y yupi!
... ¡ha vuelto!
Strauss & Co, El Vals n° 2, La última
Rosa, Stars & Stripes y miles de confetis
plateados que nos caen del cielo
(¡Oh, la la! Todo eso me huele a
fin)

¿Quieren más?
¡Siiii!
Bueno, pues voy a tocarles la Quinta sinfonía de Beethoven... y entera...
(Y aquí si que a nadie se le ocurrió decirle ¿a que
no?,
me da la curiosidad de saber si todavía habría aguantado tres horas...)

Comienza la Quinta
sinfonía con un aire serio e inspirado, pero una vez más los cobres deciden
de otra manera,
y uno se encuentra inundado por un raudal de música de carnaval, ¡una locura total!
Todo el mundo salta, baila, grita y disfruta al máximo tanto en la sala como en escena.
El, salta, brinca de derecha a izquierda, da vueltas y vueltas, ¡increíble!
(sobre todo cuando ya no se tienen
más 20 años, yo sé lo que digo, mis piernas todavía tiemblan).
¡Recórcholis y recontrarrecórcholis!
Ahora sí que se ha terminado, él saluda, agradece a su público y ¡nos deja!


Este concierto fue realmente todo lo contrario
a una Fata Morgana.
Fue muy real, ¡y sin embargo uno no creía a lo que los ojos veían!

Una
vez más, el artista interpretó su papel a la perfección, nos llenó de felicidad y de
alegría durante más de dos horas.
Es poco dos horas en una vida, pero cuando uno sabe que 30 segundos pueden destruirla, uno
la aprecia mejor
Gracias Señor Rieu
Gracias a la Orquesta Johann Strauss

Traducción realizada por nuestra
amiga Giselita




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